El ratón doméstico es el roedor más común en el interior de las viviendas de las personas. Para detectar su presencia, se pueden observar los síntomas siguientes: marcas de mordidas o agujeros en diversas estructuras. Debido al continuo crecimiento de sus incisivos deben roer continuamente para desgastarlos, lo que provoca un deterioro de numerosas estructuras (puertas, muebles, paredes, cables eléctricos, etc.)

Expulsan excrementos de una longitud entre 3-6 mm y los extremos puntiagudos. Los excrementos frescos son blandos y húmedos, mientras que los excrementos viejos son secos y duros. Los ratones defecan continuamente, mientras caminan, y especialmente cuando comen, por lo que su presencia nos indicará los puntos de máxima actividad, donde deberán concentrarse los esfuerzos para tenerlos controlados. Para detectar la actividad de los roedores se puede espolvorear con harina el suelo por donde se sospecha que hay actividad y, si hay ratones, se podrán observar las huellas. Sendas en el interior de las edificaciones que se manifiestan como marcas de grasa por rozamiento en las superficies verticales de los rincones por donde suelen pasar los ratones.

Los ratones no generan una problemática sanitaria tan importante como la rata común (Rattus norvegicus) o la rata negra (Rattus rattus); sin embargo, como el resto de roedores, son reservorios de varios de organismos infecciosos, los cuales, si se transmiten al hombre o a poblaciones de animales domésticos, pueden causar diversas enfermedades como son las siguientes: El tifus, transmitido a través de las pulgas y posiblemente a través de las heces y la orina. Varias fiebres transmitidas por mordeduras de ratones o a través de garrapatas. Hantavirus, por la presencia de orina de ratones en el agua o los alimentos. La salmonelosis, por contaminación de alimentos por heces de ratones. Los ácaros de los ratones, que dan lugar a dermatitis cuando atacan a las personas.

Alergias provocadas por las proteínas alergénicas (prealbúmina) presentes principalmente en la orina y la piel de los ratones. Recientemente se ha podido comprobar que los tres agentes alérgenos generadores de asma más importantes en el interior de las viviendas humanos son, por orden de importancia: los ácaros, las cucarachas y la orina de los ratones.